viernes, 27 de enero de 2012

El escultismo y la vida

(Una entrevista con el Dr. Julio César Rosas)

“Todos los acontecimientos de tu vida están ahí porque los has convocado”
Richard Bach

El escultismo es una enseñanza para la vida. Dota a los niños y jóvenes que lo juegan de herramientas que le servirán para el futuro profesional y ciudadano. Es además una oportunidad de convivencia en el que una persona llega a conocer a quienes serán sus mejores amigos. Así lo piensa Julio César Rosas Caro.
Doctor en ciencias en ingeniería eléctrica por el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional. Estudió en la Michigan State University. Actualmente se desempeña como profesor investigador del Instituto Tecnológico de Ciudad Madero, donde imparte cátedra en la maestría en ingeniería eléctrica y dirige investigación en el área de electrónica de potencia. También es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Cuenta además con un récord peculiar, ya estudia licenciatura, maestría y doctorado en sólo 8 años, todo con nivel de excelencia, algo que normalmente se logra en 10. Fue Premio Nacional de Creatividad. Publica en distintas revistas científicas en el nivel internacional y ha sido invitado a impartir conferencias en Estados Unidos, Italia y Grecia.
Durante su adolescencia forma parte del equipo de atletismo de Poza Rica como lanzador y velocista, más tarde representa a Tamaulipas como decatleta. En algún momento también practicó fisicoconstructivismo y tae kwon do. Incluso en la actualidad hace deporte regularmente.
Nace en el seno de una familia de clase trabajadora en Poza Rica el 1 de junio de 1982, es hijo de Ramón Rosas García y Julia Caro Benavides, miembros de la primera generación de pozarricenses. Practica el escultismo desde los 9 años. Realiza su promesa en el invierno de 1991, bajo una lluvia torrencial, presagio de la abundancia con que sería bendecido y el ímpetu de su personalidad.
A sus 29 años el investigador más productivo de Tamaulipas comparte sus experiencias en el escultismo.
-¿De dónde viene Julio César Rosas Caro?
Soy de Poza Rica. Estudié en la Escuela Primaria Art. 123 María Enriqueta, en la Escuela Secundaria General Gral. Heriberto Jara Corona y en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios No. 78.
Recibe su insignia Seeone en 1992
Ya la carrera la hice fuera, estudié en ingeniería electrónica y sistemas digitales en el Instituto Tecnológico de Ciudad Madero, ahí mismo cursé la maestría en ciencias en ingeniería eléctrica. Mi doctorado lo realicé en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, campus Guadalajara, también tuve una estancia de 1 año en la Universidad Estatal de Míchigan.
-¿Cómo llegas al escultismo?
Teníamos un vecino que pertenecía al grupo 1 de Poza Rica, nos invitó a varios chicos de la cuadra y así fue como llegamos mi hermano y yo, en 1991. Entré a la manada de lobatos, estuve en la seisena amarilla. Luego en la tropa de scouts pasé por la patrulla Pumas, en la tropa de expedicionarios fui guía de la patrulla vikingos y llegué al clan.
-¿Cómo fue tu paso por la manada de lobatos?
Mi experiencia en la manada de lobatos fue muy bonita. Uno se forma una conducta. En mi caso antes de la manada nunca había sentido esa disciplina de tener deberes y guardar un comportamiento basado en normas.
-¿Y por la tropa?
Fue la continuación de esa disciplina de una vida basada en reglas. Además viví una gran convivencia. En la tropa hice mis mejores amigos scouts, de hecho mis mejores amigos de la infancia son scouts, con ellos compartí un periodo más largo que por ejemplo con mis amigos de la secundaria o de la preparatoria con quienes sólo estuve 3 años.
-¿Qué hay acerca del clan de rovers?
El clan fue una completa integración de los principios que ya había adquirido para la vida diaria. Y bueno, cuando uno se toma en serio la formación de los scouts la vida toma otro sentido, porque uno se responsabiliza realmente del desarrollo de su vida.
-¿Qué herramientas consideras que te dio el escultismo para tu formación académica?
Varias, pero la más interesante creo que fue la experiencia de las realización de las especialidades (competencias), porque era una serie de retos que se te presentaban y nadie te decía qué día ni a qué hora los tenías que hacer, es más, ni siquiera había alguien que te dijera si lo tenías que hacer, simplemente la voluntad te dicta hacerlos. Yo creo que esta experiencia es muy importante para la vida adulta, porque uno mismo es responsable de plantear sus metas, de hacer un plan para conseguirlas y de asegurarse que ese plan se lleve al cabo.
-¿Qué te aportó el escultismo para tu formación profesional?
En primer plano a la izquierda Julio César porta la bandera del Grupo 1 de Poza Rica junto a Luis Monroy,
en segundo plano los jefes Jorge Herrera Madrigal (G-10), Ramón Contreras (G-2) y Alberto Lima (G-1)
Es parte de lo mismo. Bueno, no sé si lo vea así porque mi profesión es en gran parte la vida académica. Pero en cualquier caso creo que lo más importante es que mi formación scout me hizo responsable de mí mismo.
-Pasaste por todas las secciones, tuviste muchos jefes frente a ti, pero todos los scouts siempre guardamos en la memoria a un jefe en particular ¿en tu caso quién es el jefe a quién más recuerdas o de quien guardas alguna enseñanza en especial?
Todos los recuerdos de mis jefes son muy bonitos, todos me dejaron enseñanzas. Aunque fíjate que a veces me encontré con que algunos de mis jefes, ahora lo veo así, quizá se sentían confundidos también. Cuando uno es niño piensa que los adultos siempre saben qué hacer pero cuando uno se convierte en hombre se da cuenta que no es así.
Ahora que mis mejores recuerdos son de Beto Lima (Alberto Lima Juárez), siento que es el mejor jefe que tuve. Además también es con quien guardo una amistad muy bonita incluso hasta la fecha.
-¿Cuál es la vivencia scout que marcó tu vida?
Haber sido guía. Aunque sea un juego estar al frente de un grupo de chicos ayuda a desarrollar habilidades de liderazgo.
Cuando uno es adulto nadie y te dice lo que tienes que hacer, la experiencia de haber estado frente a un grupo de personas de su misma edad le facilita el tomar decisiones como un líder.
-Cuando se es scout siempre hay otro scout en los momentos importantes de la vida, ¿fuera del hogar, cuál fue el momento que más recuerdas y quién(es) fue(ron) el(los) scouts que estuvieron contigo?
En aquel momento no lo consideré importante, pero ahora me doy cuenta que de lo contrario. Fue cuando tuve mi primer trabajo, era una labor muy modesta, y pesada, tal vez uno de los peores oficios que he realizado (checador de actividades en la construcción de una carretera). El hecho de haber tenido un jefe que no era mi padre ni mi maestro, y además verlo como un ser humano, fue un momento muy decisivo porque me mostró cómo era la vida más allá del núcleo familiar y del hogar.
Ingreso al clan de rovers
en 2000, Donají Alfaro (JG)
le da la bienvenida
En ese momento estuvieron a mi lado dos scouts que han estado conmigo en otros momentos de mi vida, Pablo Javier Andrade González y mi hermano, Ramón.
-¿Qué opinas del escultismo?
Es una buena formación para los chicos. Creo que todos los niños debieran ser scouts en algún momento de sus vidas.
-Viviste el escultismo en tu momento ¿qué consejo te gustaría compartir con los muchachos scouts actuales?

Recordarles que la literatura scout está disponible. Que la tomen y la lleven a cabo sin que nadie se los exija les va a dejar grandes beneficios en su vida.




Ramón Rosas Caro
Patrulla Pumas 1991-1996
G-1 Poza Rica

viernes, 20 de enero de 2012

Con el escultismo en la sangre

 (Una entrevista con el Ing. Ernesto Thompson)

“Mi tenaz y errante espíritu no me permitía permanecer en casa mucho tiempo”
W. F. Buffalo Bill Cody


José Ernesto es el segundo de cuatro hijos de Alberto Thompson Fontes y Esperanza Valero Sánchez. El hermano más allegado a Alberto Agustín Thompson Valero, jefe fundador del Grupo 1 de Poza Rica de la Asociación de Scouts de México, debido a su carrera, vive los primeros 13 años del escultismo en Poza Rica sólo a través de visitas en sus periodos vacacionales.

Ernesto ve la primera luz el 24 de diciembre de 1932. Lo recibe la Ciudad de México, en la colonia Industrial pasa sus primeros años. Por la naturaleza del trabajo de su padre pasa su adolescencia en varios sitios diferentes, lo que lo lleva a conocer diversos ambientes sociales así como a observar distintos paisajes naturales.
Inquieto desde su juventud presenta una inclinación elevada hacia el estudio de los animales, lo que después serían dos de sus grandes aficiones, la cacería y la taxidermia. A la par fue aficionado a la mecánica, herencia de su padre. Desde joven crea modelos a escala de diferentes máquinas. Hoy en su casa de la colonia Cazones, en Poza Rica, luce orgulloso una réplica de un motor de vapor que construyó durante su adolescencia.
Es Ingeniero Mecánico Electricista por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. Jubilado de Petróleos Mexicanos, donde trabajó en el departamento de Construcción y Mantenimiento durante más de 30 años, es un hombre alto, espigado, de piel blanca y escaso cabello blanco. Sus ojos claros reflejan experiencia. Su voz barítona no pierde firmeza ni afabilidad.
Sonriente y recuerda con emoción sus aventuras de infancia y adolescencia al lado de sus hermanos, principalmente de Alberto, con quien compartió las aulas escolares durante 5 años de la primaria y toda la secundaria. El tiempo se ha llevado las fechas y los datos duros, pero no las experiencias.
A sus recién cumplidos 79 años, en la navidad de 2011, comparte sus experiencias sobre el escultismo en Poza Rica y lo que éste  ha significado en su vida.
- ¿Dónde nace la familia Thompson Valero?
Mi papá era de Hermosillo, Sonora, y mi mamá de la Ciudad de México, ahí se conocieron y allá nacimos los cuatro hermanos. Vivíamos en un edificio de dos pisos en Morelos 10, al final de la avenida de Los Misterios, frente a la Basílica de Guadalupe. Recuerdo que en la planta baja vivíamos varias familias y en la alta sacerdotes y monjas que se escondían, eran tiempos de la persecución. 


Hermanos Thompson en la Secundaria
1949
 -¿Cómo llegan a Poza Rica?
Por la naturaleza del trabajo de mi papá, era maestro mecánico, nos vimos orillados a cambiar de residencia muchas veces. También por este motivo Beto y yo estudiamos en el mismo salón desde 2o. de primaria hasta terminar la secundaria. Después de la Ciudad de México vivimos en un pueblo llamado La Huaracha, en Michoacán. Luego estuvimos en San Luis Potosí, vivimos en el Pajal, Tamuín y finalmente en Ciudad Valles. También estuvimos un tiempo en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
Precisamente después de vivir en Valles nos vinimos a Poza Rica, a mi papá le ofrecieron trabajo en Pemex. Y así fue como llegamos. Esa fecha la tengo muy presente, fue el 7 de noviembre de 1949, porque ese mismo día yo me presenté en el Tec. de Monterrey, mientras aquí llegaron mis padres con mis tres hermanos, allá estudié la carrera de Ingeniero Mecánico y Electricista.
-¿Qué recuerdos guardas de tus vivencias infantiles?
Nos gustaban mucho los animales. Nos interesamos más en la clase de biología de la secundaria. Siempre tuvimos mascotas, muchas que nosotros mismos atrapábamos, en la casa hubo lagartos, iguanas, garzas, cotorros y hasta un chivo. Éste fue un cabrito que le regalaron a mi papá en el norte, para que nos lo comiéramos, tenía menos de 1 mes, pero cuando el animalito llegó a la casa los niños lo adoptamos como mascota. Lo tuvimos 3 años, al final lo regalamos a un señor que tenía una majada de cabras, no podía creer que se lo estuviéramos regalando, pero ahí acabó, como semental.
En aquella época nos suscribimos a un curso de taxidermia por correspondencia, la información, e incluso los ojos para los animales, nos los enviaban de Canadá. Por cierto, quien nos hizo el favor de traducirnos los manuales fue José Sulaimán, lo conocíamos porque su hermano quedaba con nosotros en la secundaria. Y bueno, disecamos varios animales, yo hacía las estructuras y Beto los rellenaba y cosía.

Hermanos Thompson durante su primera excursión
El Nacimiento, Taninul, San Luis Potosí, 1947

-¿Cuándo ingresan al escultismo?

Cuando estábamos en Valles. Unos amigos de Monterrey nos invitaron y allá formamos parte del primer grupo de esa ciudad, eso debió ser entre 1947 y 1948. Los cuatro fuimos parte del grupo, ahí mismo hicimos nuestra promesa.

Al llegar a Poza Rica ellos continuaron con el escultismo, pero yo no pude. Ocasionalmente visitaba a mis amigos en Monterrey, pero mi carrera era muy absorbente, rara vez tenía tiempo libre y cuando así era prefería visitar a mi familia.
-¿Qué haces en esas visitas?
Apoyaba a Beto con el grupo. Venia cada semana santa, en los recesos intersemestrales, eran 1 ó 2 semanas cada vez y en mis vacaciones anuales de 2 meses. En estas últimas aprovechaba para trabajar, me daban contratos en el departamento de Construcción y Mantenimiento, ahí trabajaban mis hermanos y mi papá también.
Parte de mi actividad era ayudar a Beto en las juntas con los scouts y apoyarlo en su terapia. En aquella época padecimos envenenamiento por arsénico, debido a la taxidermia, o mejor dicho a manejar sin precaución algunas sustancias tóxicas utilizadas en esta técnica. En mi caso fue más leve, sólo se me paralizó la mitad de la cara, pero él perdió casi todos los movimientos voluntarios del cuerpo, incluso los párpados. La única forma posible en que lo podíamos tener en la casa era boca arriba y en ocasiones se quedaba dormido con los ojos abiertos.
-¿En qué consiste la terapia?
Al principio lo confundieron con poliomielitis, pero al encontrar restos de arsénico en su orina cambió el diagnóstico. Por esto un grupo grande de médicos se interesó en el caso, dos de ellos son a quienes más recuerdo, Armando Kirsch y Rafael Lamothe, el tratamiento conjunto consistió en suministrar complejo B y estimular su movimiento muscular con choques eléctricos, sus piernas se estaban atrofiando.
Fue precisamente el Dr. Lamothe quien nos prestó un aparato de electrochoques que consistía en un rodillo y un regulador de corriente. Cuando venía a visitarlo yo le procuraba los choques. Cuando uno es joven es irresponsable, por eso nos intoxicamos, y ya en la terapia seguíamos jugando, recuerdo que a veces le subíamos toda la potencia al aparato y vacilábamos haciéndolo brincar con los toques eléctricos.
Después lo ayudábamos a pararse, lo colocábamos en una esquina de la casa, entre las dos paredes lo recargábamos para que empezara a pararse. Esto fue de 1950 a 1953, para ese año Beto era totalmente autosuficiente, con sus limitaciones claro, pero ya nos podíamos ir de campamento. Lo que sí pasó es que tenía que andar con bastón y tuvo un cansancio crónico en las piernas que lo acompañó toda la vida.
-¿Entonces qué ocurre con el grupo en sus primeros años?
Beto lo dirigió, a pesar de su parálisis nunca dejó de procurar el escultismo. Citaba a los muchachos en la casa donde vivíamos, Panamá 2, colonia Merino (hoy 27 de Septiembre), en la cuartería del Sr. Quezada. Era una casa con dos habitaciones, cocina-comedor y baño integrado, sin sala, clóset ni accesorios. Ahí fueron las primeras reuniones de los scouts.
Los muchachos, eran chamacos chiquillos, lo ayudaban, ellos lo levantaban de donde se encontraba convaleciente y lo sentaban en la mesa. Ahí les daba pláticas y coordinaba las actividades. En los desfiles lo llevaban en una motorsidecar, incluso los mismos muchachos lo ayudaban para que los acompañara en los campamentos.
También recibió mucha ayuda de personas de Poza Rica. Recuerdo que entre los que lo apoyaron estuvo Raúl Gibb Quintero, que era el dueño de La Opinión, también Simón Villegas, el Padre Vogues, que fue nuestro capellán. También recuerdo al Sr. Monzón, de hecho sus tres hijos fueron scouts de Beto.
El trabajo lo hizo tan bien que para 1953 Poza Rica ya era una región independiente de la Asociación de Scouts, de hecho dependía directamente de México, al principio dependía de la región Puebla, porque tenía grupos en Tampico, Papantla y si no mal recuerdo en Gutiérrez Zamora.
-Volvamos al tema de tu vida en Monterrey ¿Cómo te mantienes en contacto con la familia?
Éramos radioaficionados, pertenecíamos a la banda de 40 metros y charlábamos por medio de radios que nosotros mismos construimos. Mi frecuencia era 1XCAA y la de Beto era 2XEZV.
-¿Cómo era el camino a Poza Rica?
Muy cansado –contesta mientras suelta una carcajada-. Salía de Monterrey a las 8:00 de la noche en un autobús de la línea Transportes del Norte y llegaba a Tampico a las 6:00 de la mañana, eran 10 horas. Ahí tenía que correr al mercado para tomar un taxi de sitio que viajaba por la brecha que pasaba por Matarredonda, Tampico Alto, Bustos, Naranjos, Cerro Azul, Mamey, Álamo, Tuxpan y Poza Rica.
En el camino rodeábamos toda la laguna de Tamiahua en una época en la que no había caminos asfaltados, pasábamos por las brechas que usaban los camiones de Pemex, cuando llovía el taxista debía tener la pericia para pasar con un costado sobre el bordo que dejaba el camión y el otro a la orilla del camino, para no caer en los hoyancos que hacían los camiones.
Viajábamos como sardinas. Pero a las 2:00 de la tarde llegaba a Poza Rica. En total 18 horas de camino.
Después, cuando ya trabajaba en Pemex empecé a viajar en unos aviones de 5 plazas que salían del antiguo aeropuerto, donde hoy está la colonia Aviación Vieja, hacía Tampico, ahí tomaba el camión a Monterrey. El avión era relativamente barato en aquella época.
Ya después, cuando me casé, venía en mi carro propio.


Comadreja disecada por Alberto y Ernesto
 
 -¿Cuándo te instalas en Poza Rica?

Luego de que me gradué me casé, y fui profesor tres años en el Tec, también trabajaba medio tiempo en el centro de investigación. En 1960, mi suegro me invitó a poner un negocio en Reynosa, vendíamos cabrito, tuvimos un restaurant dos años, llegamos a vender hasta 100 piezas diarias. Nos iba bien, también trabajábamos bastante.
En el 62 tuve la oportunidad de entrar a trabajar al Departamento de Combustión Interna en Pemex, fue cuando me instalé en Poza Rica. Ese mismo año Beto dejo el grupo para irse a trabajar al Distrito Federal. Allá continuaron con el escultismo él y su esposa. Yo dejé definitivamente esa actividad.
-¿Qué te deja el escultismo?
Muchas experiencias, recuerdos muy gratos, buenos amigos. Viví un escultismo muy bonito junto a mis hermanos. Aprendimos muchas cosas
-Ayer cumpliste años.
79. En 2012 cumpliré 80 a menos que el de arriba tenga otros planes.

Ramón Rosas Caro
Patrulla Pumas 1991-1996
G-1 Poza Rica
unsilbatazo@gmail.com

viernes, 13 de enero de 2012

Alberto Thompson Valero

(Un primer acercamiento a la vida del Fundador del Escultismo en Poza Rica)

“Vamos a hacer patria”
Arturo Cuyás Armengol

Alberto Agustín Thompson Valero es el primogénito de la familia formada por el sonorense Alberto Thompson Fontes, mecánico especialista educado en el trabajo, y la capitalina Esperanza Valero Sánchez. Ve la luz por primera vez el 13 de agosto de 1931. Al igual que él, sus hermanos José Ernesto, Sergio Alfredo y José Jaime, nacen y pasan sus primeros en la Ciudad de México, en Morelos 10, cerca de Calzada de los Misterios, a unos pasos de la Basílica de Guadalupe.
Con el auge de la industria en el país, su padre es contratado para la instalación y operación de equipos mecánicos en diferentes industrias. Debido a ello los hermanos Thompson Valero crecen en un constante cambio de residencia. Su adolescencia transcurre entre La Huaracha, Michoacán, Ciudad Victoria, Tamaulipas y el Pajal, Tamuín y Ciudad Valles, San Luis Potosí.
Es en esta última, donde animados por unos amigos provenientes de Monterrey, Nuevo León, se integran al Grupo 1 de Scouts de Ciudad Valles. Esto ocurre alrededor de 1947 y 1948.
Los hermanos Thompson comparten un rasgo característico que prácticamente todos los scouts del mundo tienen en común con B-P. La inquietud por el contacto con la naturaleza. Alberto y Ernesto tienen un gusto especial por la biología, principalmente por la observación de los animales, lo que les lleva a estar acompañados desde siempre de una gran variedad de mascotas, que van desde perros y gatos, hasta iguanas, serpientes, aves e incluso un macho cabrío, que fue regalado a Don Alberto para convertirse en comida, pero adoptado por los chicos.
Esta afición se convierte con el tiempo en un gusto por la cacería y la taxidermia, técnica-arte que aprenden gracias a un curso por correspondencia que reciben mensualmente desde Canadá. En aquel entonces los hermanos no dominan el idioma inglés, por lo que es su amigo José Sulaimán Chagnón, a quien conocen en su escuela en Ciudad Victoria.
El trabajo de su padre nuevamente exige a cambiar de residencia, por lo que dejan su grupo scout en Ciudad Valles. El 7 de noviembre de 1949, la familia Thompson Valero arriba (sin Ernesto debido a compromisos estudiantiles) al campo petrolero de Poza Rica, entonces perteneciente al municipio de Coatzintla, donde Don Alberto fue contratado como maestro mecánico para el departamento de combustión interna de Petróleos Mexicanos.
 Alberto trae consigo la inquietud de continuar con la formación escultista. En Poza Rica encuentra un campo fértil para esta actividad, pues cientos de adolescentes, hijos de los obreros que llegan a trabajar en la industria petrolera, están ávidos de tener actividades propias para su edad.
Junto a Sergio y Jaime reúne a un grupo de muchachos de su edad e inicia las reuniones scouts en su casa, dentro de la cuartería del Sr. Quezada, ubicada en Panamá 2, Col. Jaime J. Merino (hoy 27 de Septiembre). Es éste el nacimiento del escultismo. Alberto, con la inquietud que le caracteriza divide su tiempo para estudiar la preparatoria, en el colegio Salvador Díaz Mirón, trabajar en la paraestatal, dirigir el recién formado grupo scout y practicar sus dos grandes pasatiempos, la taxidermia y la radio de onda corta, su banda de frecuencia es la 2XEZV. Por este medio la familia se comunica a diario con Ernesto, quien para entonces estudia en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
Su entusiasmo y capacidad de convocatoria, llevan a Alberto a conformar un grupo fuerte de muchachos y otro igualmente poderoso de miembros de la sociedad que deciden apoyar el movimiento escultista, entre ellos Raúl Gibb Quintero, Simón Villegas y el sacerdote Guillermo Vogues, quienes desde sus actividades profesionales se suman al esfuerzo.
En 1950 debido a los descuidos en el manejo de las sustancias tóxicas utilizadas para la disección de pieles conllevan una intoxicación por arsénico en ambos hermanos. Debido a ello Ernesto tuvo una parálisis parcial en su flanco derecho. Sin embargo Alberto queda imposibilitado para realizar cualquier movimiento voluntario en todo el cuerpo.
A pesar del estado de salud de Alberto, el trabajo escultista no se detiene. Las anécdotas cuentan que son los muchachos quienes lo ayudan a sentarse en una silla en su mesa del comedor, desde ahí dirige las reuniones. También se cuenta que incluso para asistir a algunas excursiones y campamentos, los muchachos llevan a cuestas a su Jefe, lo importante era continuar con el trabajo.
Esta actitud lo lleva a consolidar a Poza Rica como un distrito scout en apenas 5 años, dado a la formación de grupos en los pueblos vecinos, tales como Papantla, Gutiérrez Zamora, Cerro Azul y Tuxpan.
Su trabajo de recuperación tarda 4 años, entre 1950 y 1953, periodo en el que es atendido por los médicos Armando Kirsch y Rafael Lamothe, quienes en un diagnóstico conjunto lo tratan con complejo B y electroterapia, el primero para ayudar a la recuperación de los músculos en el nivel celular, el segundo para estimular el movimiento.
Aunque logra recuperarse completamente a raíz de este padecimiento le queda atrofia en los músculos de las piernas y un cansancio crónico que lo acompañarían el resto de su vida.
Alberto dirigió el grupo de scouts durante más de una década, hasta el año 1962, año en que regresa al Distrito Federal, para trabajar en las fábricas papeleras de Loreto y Peña Pobre, propiedad de la familia Lenz.
Su vida scout continuó en la capital del país, junto con su esposa Magdalena y sus hijos Carlos Alberto, Federico y Verónica.
El jefe Alberto Thompson nunca murió. Pero su corazón dejó de latir el 16 de mayo de 1996.

*Fuente: José Ernesto Thompson Valero.

Ramón Rosas Caro
Patrulla Pumas 1991-1996
G-1 Poza Rica
unsilbatazo@gmail.com

viernes, 6 de enero de 2012

Un silbatazo en la oscuridad

“El Scout deja un mundo mejor que el que encontró”
Lord Robert S. S. Baden-Powell

La oscuridad es en sí el momento de la creación. Es femenina, por tanto es madre. Los seres de luz brillan porque de nacen ella.
El concierto de grillos y ranas de la ciénaga es opacado por el sonido agudo del silbato de la maquinita. Es la locomotora de la vía Decauville Cobos-Furberos, parte en dos ese paraíso tropical al que Federico Hernández Hernández ha cantado. Es 16 de septiembre de 1908, justo en el aniversario 98 de la independencia de México, una máquina inglesa en territorio nacional marca el inicio de una historia.
Veinticuatro años más tarde, el 20 de diciembre de 1932 nace la comunidad de Poza Rica con la llegada del campamento de la compañía petrolera El Águila.
De noche la oscuridad absoluta del trópico protege a los trabajadores que se instalan en torno a las instalaciones petroleras. El silencio de Kasitsni, Diosa creadora de los totonacos, es roto solamente por sus hijos predilectos, el búho y el coyote. Hasta que una mañana otro silbido cambia este ritual para siempre.
La vida nace con el sonido del silbato de Pemex, todos los días con el alba. Al terminar la jornada otro pitazo anuncia que ha llegado la hora de descansar, justo antes del crepúsculo.
Diecisiete años más tarde, en noviembre de 1949 se oye por primera vez en el campo petrolero el grave-agudo del silbato scout. Es el llamado para la juventudo del Jefe Alberto Thompson Valero. La generación cero de pozarricenses con ímpetu y la alegría, está lista para construir su hogar.


Ramón Rosas Caro
Patrulla Pumas 1991-1996
G-1 Poza Rica
unsilbatazo@gmail.com