viernes, 2 de marzo de 2012

Un momento para toda la vida

"Soy la fuerza que abre caminos en el tiempo"
J. J. Reyes Feist


Tarde del 16 de diciembre de 1991. Campo escuela del Grupo 1 de Poza Rica, Colonia José María Morelos, sitio mejor conocido como "La Quebradora". La Tropa Alberto Thompson se encuentra reunida en aquel sitio lleno de anécdotas, más de de 20 generaciones de scouts han pasado por sus pastos y sin saberlo ésta es la última.

El Jefe Jorge Luis Azuara Figueroa dirige la actividad, tal vez invadido por la nostalgia, lleva a los Pumas, Potros y Cobras "de excursión" en su propio campo. Dimensionar correctamente el terreno no es fácil, a los 10 años un muchacho lo percibe simplemente enorme.

Varias cuadras de casa de hule, madera y cartón enmarcan el recorrido, la gente mira con recelo a los scouts. En sus rostros se lee una suerte de aversión hacia los uniformados, saben que les han quitado su campo escuela, pero ellos, los chicos, no tienen idea de lo que ocurre.

El jefe sí, pero calla.

El cielo está gris, cae la última lluvia del otoño, o la primera del invierno. Luego la tropa juega alegremente, un silbato, un bulldog, unas luchas cuerpo a cuerpo. La torre de entrenamiento de Pétroleos Mexicanos atestigua la fiesta, los Róvers se reúnen sobre ella cuando la tarde muere. Bajo el árbol de la verdad la manada da el gran aullido. Los expedicionarios preparan la posada.

La lluvia arrecia, pero están acostumbrados, las actividades no se detienen, continúan como el programa lo señala. En un momento el Jefe se acerca a uno de sus muchachos, el más nuevo, -¿qué es el honor?-, le pregunta.

-Es lo que me define, lo único que poseo en realidad. La garantía de que mi palabra vale.

El Jefe sonríe ligeramente y mira al horizonte. -¿Cumples la Ley Scout?

-Hago cuanto de mi depende. Trato. Normalmente sí.

Continúa serio y con la mirada ese punto lejano -¿quieres ser scout?

-Sí

-¿Por qué?

-Porque me gusta.

-¿Qué te gusta?

-Jugar, servir, la buena acción, los campamentos, las excursiones, me gusta mi patrulla.

-¿Traes tu equipo personal?

-Completo

-Dame aguja e hilo.

Sin dejar de mirar hacia el campo manda a la tropa a uniformarse. Todos obedecen mientras él se va un claro del terreno. La tropa se apresura, mientras la manada se monta encima de uno de los lobatos, el recién promesado. Todos miran, menos el más nuevo, quien se apresura a abotonarse la camisola, colocarse el pantalón y limpiar sus zapatos. La lluvia se convierte en tormenta.

A lo lejos se escucha el silbato, N, N, N, el llamado para la tropa. Los guías corren y los demás muchachos tras ellos. El Jefe tenía sus brazos bien extendidos en ángulo de 45 grados respecto a su cuerpo y con los puños cerrados. La herradura, formación de ceremonias. Todos guardan silencio. La lluvia es más intensa aún y el frío se torna apenas tolerable. Pero la voz del jefe no tiembla, aunque las quijadas de los muchachos sí. A su lado teníamos un invitado especial, Mario Valentín Torres, antiguo miembro de la Patrulla Pumas, lo que quería decir que la ceremonia es para un Puma actual.

-¡Pase al frente Ramón Rosas Caro!

El muchacho más nuevo obedece a paso firme.

-Antes de todo debo preguntarte ¿quieres ser scout?

-Sí

-Entonces estás preparado. Atención tropa, ¡Seña Scout!

Esa fue la primera vez que pronuncié la promesa scout. Luego supe que fue la última vez que se escuchó en nuestro campo escuela.

"Yo prometo por mi honor hacer cuanto de mi dependa para cumplir mis deberes para con Dios y la Patria, ayudar el prójimo en toda circunstancia y cumplir fielmente la Ley Scout"

Entonces mi padrino pronunció las únicas palabras que dijo en toda la ceremonia, mismas que me han acompañado toda la vida -En toda circunstancia, aunque estemos como ahora-.

Después vino el abrazo, el baile de la "conga, que viva la moronga", la bienvenida, las hojas de te, el gurrutá gurrutá. Y una infección en la garganta que me tuvo en cama dos semanas.

La promesa es el momento más importante en la vida de todo scout. Marca su vida. Nunca se olvida. Es la parte seria de este gran juego, el momento del nacimiento, se hace la luz.

Se dice que para todo jefe entregar una insignia terminal, o de desarrollo óptimo, es el gran momento de sus vida. Difiero. Creo que entregar una promesa es el momento superior, porque en ese momento uno es el dador de vida para un nuevo Scout.

Mi Jefe, Jorge Azuara y yo, el 18 de marzo de 1992. A la izquierda, José Ricardo González Ahumada


Entrega de la Bandera de Grupo a Marco Caro. En septiembre de 2007. Unos meses después le entregaría su insignia
de compromiso.


Como Jefe de Grupo entregué muchas pañoletas, en tanto tuve la oportunidad de estar en varias ceremonias de promesa

Ramón Rosas Caro
Patrulla Pumas 1991-1996
G-1 Poza Rica

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