viernes, 16 de marzo de 2012

Hoy, fotos y reto

La segunda persona cuyo nombre escucho con más frecuencia en las entrevistas a los antiguos scouts, después de Alberto Thompson, es Guillermo Vogues, quien fuera el primer sacerdote de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y el primero, y hasta ahora único, capellán del Grupo 1 Poza Rica.

En el futuro les escribiré un acercamiento a la vida y obra de este scout. Pero por ahora se los presento en una fotografía antigua. El Padre Vogues recibe su promesa por parte del Jefe Thompson.


Ahora el reto. Encontré unas caritas en unos álbumes rescatados del Jefe Thompson. Se las comparto y si conocen o identifican a alguien póngalo en contacto conmigo. Así que traigan a sus papás y/o abuelitos scouts y pónganlos a ver fotos. Tengo una sorpresa para el muchacho scout que me pueda identificar y poner en contacto con más de estos antiguos scouts. Todos ellos fueron miembros del Grupo 1 Poza Rica entre 1950 y 1952.




¡Siempre Listo para Servir!
Ramón Rosas Caro
Patrulla Pumas
G-1 Poza Rica
unsilbatazo@gmail.com

viernes, 9 de marzo de 2012

¡Siempre Listos!

(Artículo publicado el 15 de septiembre de 2008)


Dedicado con cariño , en nuestro aniversario, para los Scouts de Poza Rica

Asomarse a la neblina de la niñez puede resultar una experiencia difícil. Por suerte en paso de los años y los mecanismos de supervivencia borran situaciones poco agradables y matizan los recuerdos, asignándoles formas amables y digeribles. No es el caso que nos ocupa, pues el acceso al escultismo se nos dio por contagio directo en aquel pueblo pequeño al inicio de los años sesentas del Poza Rica de ayer. Hubo de vencerse la resistencia inicial al uniforme que nos obligaba a regresar al pantalón corto, asociado a una infancia que todos luchábamos por abandonar, sumándose el rechazo de los amigos no iniciados, que lo consideraban elitista y de necesaria y obvia mariconería, aunque siempre supimos que sus comentarios estaban barnizados de secreta envidia, asumiendo que perderían una parte de nosotros, quienes habíamos sido afectados por el extraño virus de la cofradía scout.

La vieja casa de madera en el callejón 20 de noviembre de la colonia obrera, era el cuartel general de los sueños y la imaginación. La estructura vertical de mando se basaba en el respeto y la admiración hacia el jefe Thompson, que reunía virtudes que ahora podríamos identificar con un gran humanismo, carisma y amor por la naturaleza. De manera sencilla nos enseñaba los secretos del escultismo y la importancia del conocimiento de nosotros mismos, del compromiso en nuestra formación, de nuestras habilidades y de como acrecentarlas con la guía de los jefes de tropa, quienes nos descorrían los secretos del ballestrinque, del doble escota simple, negados por mi carencia de pinza fina, sustituyéndolos por poco lúcidos pero suficientes nudos "de puerco".

Algún extraviado colega nos convenció con horrendo tino, a nombrar nuestra patrulla, no: "Tigres", "Pumas",  "Águilas", "Osos", o algo feroz. Nunca adivinarían. Nos llamamos: "Chorlitos", anticipando quizá con ello nuestra futura capacidad cerebral, aunque en aquel tiempo, nada exigentes, lo grabamos entusiasmados en nuestros nudos de pañoleta, los cuales confeccionamos con los materiales más extraños: desde hueso de vaca, anillos de novia incipiente, madera, cable, todos con mucho orgullo, resguardando nuestro banderín, que lucía presuntuoso e inocente la cabecita del pajarraco, flotando en la punta del labrado bordón, casi un tótem de nuestro jefe de patrulla, quién le añadía algunas plumas de guajolote pintadas de amarillo, tal vez con la pretensión inalcanzada, de hacerlo lucir un poco más salvaje.

Todo para llegar al momento soñado: Salir de excursión. Fueron así Santa Agueda y el Manantial fáciles sustitutos de Kenya y el Río Nilo por la imaginación desbordada de adolescentes sobreprotegidos quienes conocimos maravillados las veredas de un mundo inexplorado... por nosotros. Armar una tienda de campaña no es tarea fácil, aún para críos expertos de hacer estacas, colocar tensores, llamados vientos y disponer en el sitio exacto la estructura de madera, que cargaría la pesada lona de color indefinible, pero de irrespirable olor a humedad y a todo lo que se te ocurra. Conocimos así el placer de construir nuestro refugio, participando del trabajo en grupo, tal vez poco coordinado, en medio de gritos de suficiencia, sabiduría y primeras histerias colectivas, pero finalmente exitoso y lleno de recompensas. El momento mágico y evocador de la fogata donde preparar alimentos enlatados, siempre escogidos de forma equivocada por Mami, a quien se le comprendía y perdonaba su ignorancia acerca de la dieta de los cazadores, quienes finalmente peleábamos por abrir, con el presto auxilio de cuchillos de caza y navajas de explorador, convirtiendo en manjares lo que ningún banquete ha podido igualar. Los momentos de reflexión obligados por la bóveda celeste y estrellas convidadas, nos dieron pautas inolvidables para conocernos más por dentro, para hacernos las primeras preguntas sin respuesta, asfixiados por el aire purísimo de la noche, despiertos en la vigilia angustiante al traducir de madrugada el ladrido de los perros de rancho, por aullidos de lobos feroces, hambrientos de carne fresca y tierna de niños scouts.

Aventuras sin fin que nos dejaron el legado de amar nuestra naturaleza, convivir con respeto y servir a nuestros semejantes, reconocernos con humildad como parte de todos los seres vivos e inanimados y principalmente, abrirnos la imaginación y hacer lo que muchos niños de hoy ya no han podido aprender: A soñar.

Luis Manuel Villegas Salgado
Patrulla Chorlitos 1961
Grupo 1 Poza Rica. 

viernes, 2 de marzo de 2012

Un momento para toda la vida

"Soy la fuerza que abre caminos en el tiempo"
J. J. Reyes Feist


Tarde del 16 de diciembre de 1991. Campo escuela del Grupo 1 de Poza Rica, Colonia José María Morelos, sitio mejor conocido como "La Quebradora". La Tropa Alberto Thompson se encuentra reunida en aquel sitio lleno de anécdotas, más de de 20 generaciones de scouts han pasado por sus pastos y sin saberlo ésta es la última.

El Jefe Jorge Luis Azuara Figueroa dirige la actividad, tal vez invadido por la nostalgia, lleva a los Pumas, Potros y Cobras "de excursión" en su propio campo. Dimensionar correctamente el terreno no es fácil, a los 10 años un muchacho lo percibe simplemente enorme.

Varias cuadras de casa de hule, madera y cartón enmarcan el recorrido, la gente mira con recelo a los scouts. En sus rostros se lee una suerte de aversión hacia los uniformados, saben que les han quitado su campo escuela, pero ellos, los chicos, no tienen idea de lo que ocurre.

El jefe sí, pero calla.

El cielo está gris, cae la última lluvia del otoño, o la primera del invierno. Luego la tropa juega alegremente, un silbato, un bulldog, unas luchas cuerpo a cuerpo. La torre de entrenamiento de Pétroleos Mexicanos atestigua la fiesta, los Róvers se reúnen sobre ella cuando la tarde muere. Bajo el árbol de la verdad la manada da el gran aullido. Los expedicionarios preparan la posada.

La lluvia arrecia, pero están acostumbrados, las actividades no se detienen, continúan como el programa lo señala. En un momento el Jefe se acerca a uno de sus muchachos, el más nuevo, -¿qué es el honor?-, le pregunta.

-Es lo que me define, lo único que poseo en realidad. La garantía de que mi palabra vale.

El Jefe sonríe ligeramente y mira al horizonte. -¿Cumples la Ley Scout?

-Hago cuanto de mi depende. Trato. Normalmente sí.

Continúa serio y con la mirada ese punto lejano -¿quieres ser scout?

-Sí

-¿Por qué?

-Porque me gusta.

-¿Qué te gusta?

-Jugar, servir, la buena acción, los campamentos, las excursiones, me gusta mi patrulla.

-¿Traes tu equipo personal?

-Completo

-Dame aguja e hilo.

Sin dejar de mirar hacia el campo manda a la tropa a uniformarse. Todos obedecen mientras él se va un claro del terreno. La tropa se apresura, mientras la manada se monta encima de uno de los lobatos, el recién promesado. Todos miran, menos el más nuevo, quien se apresura a abotonarse la camisola, colocarse el pantalón y limpiar sus zapatos. La lluvia se convierte en tormenta.

A lo lejos se escucha el silbato, N, N, N, el llamado para la tropa. Los guías corren y los demás muchachos tras ellos. El Jefe tenía sus brazos bien extendidos en ángulo de 45 grados respecto a su cuerpo y con los puños cerrados. La herradura, formación de ceremonias. Todos guardan silencio. La lluvia es más intensa aún y el frío se torna apenas tolerable. Pero la voz del jefe no tiembla, aunque las quijadas de los muchachos sí. A su lado teníamos un invitado especial, Mario Valentín Torres, antiguo miembro de la Patrulla Pumas, lo que quería decir que la ceremonia es para un Puma actual.

-¡Pase al frente Ramón Rosas Caro!

El muchacho más nuevo obedece a paso firme.

-Antes de todo debo preguntarte ¿quieres ser scout?

-Sí

-Entonces estás preparado. Atención tropa, ¡Seña Scout!

Esa fue la primera vez que pronuncié la promesa scout. Luego supe que fue la última vez que se escuchó en nuestro campo escuela.

"Yo prometo por mi honor hacer cuanto de mi dependa para cumplir mis deberes para con Dios y la Patria, ayudar el prójimo en toda circunstancia y cumplir fielmente la Ley Scout"

Entonces mi padrino pronunció las únicas palabras que dijo en toda la ceremonia, mismas que me han acompañado toda la vida -En toda circunstancia, aunque estemos como ahora-.

Después vino el abrazo, el baile de la "conga, que viva la moronga", la bienvenida, las hojas de te, el gurrutá gurrutá. Y una infección en la garganta que me tuvo en cama dos semanas.

La promesa es el momento más importante en la vida de todo scout. Marca su vida. Nunca se olvida. Es la parte seria de este gran juego, el momento del nacimiento, se hace la luz.

Se dice que para todo jefe entregar una insignia terminal, o de desarrollo óptimo, es el gran momento de sus vida. Difiero. Creo que entregar una promesa es el momento superior, porque en ese momento uno es el dador de vida para un nuevo Scout.

Mi Jefe, Jorge Azuara y yo, el 18 de marzo de 1992. A la izquierda, José Ricardo González Ahumada


Entrega de la Bandera de Grupo a Marco Caro. En septiembre de 2007. Unos meses después le entregaría su insignia
de compromiso.


Como Jefe de Grupo entregué muchas pañoletas, en tanto tuve la oportunidad de estar en varias ceremonias de promesa

Ramón Rosas Caro
Patrulla Pumas 1991-1996
G-1 Poza Rica